Todo es materia prima # 30

Un asombro forzado es un asombro

El temor ¿es sólo un movimiento?

En esta entrega:
1. Notas de la semana
2. El laboratorio de la ficción (y la des-dramatización del YO) - Masterclass grabada
3. Mapas imposibles!
2. Segunda función de La Oso
3. La NO recomendación del Espectador Inquieto

Tomábamos un café con mi madre y apareció una abeja. Ella (mi madre, no la abeja) se asustó —aunque quizá no se asustó y fuera su cuerpo, que sólo quería agitar brazos. Para espantar al bicho, mi madre agitó los brazos. Por supuesto, el bicho volvió, algo le atraía en la cuchara del café. Una dulzura, supongo. Mamá volvió a espantarla. Intentos. Le dije que, si no le hacía nada, la abeja no le haría daño. Me pareció que ella buscaba convencerse de que la abeja era inofensiva. Saqué el celular y empecé a grabar un video, había algo encantador en la actividad de la abeja en la cuchara. Algo en mí necesitó reconocer el encanto a través de la grabación. Mi madre, entonces, se quedó quieta. Juntó las manos sobre la falda y, tal vez algo forzada por mi intención audiovisual, observó conmigo.

Forzados por la cámara, forzamos un asombro.

Pero algo, aunque forzado, nos asombramos.

Y por supuesto, me quedé pensando.

Pensé en el poder del aparato para detener los temores infundados y las inercias mecánicas de la vida cotidiana, su poder para invitarnos a prestar atención y a limpiar la mirada. Pensé en el respeto que la mayoría de la gente tiene cuando, al caminar por la calle, se detiene en seco al descubrir que alguien está sacando (tomando) una foto —como si el acto fotográfico fuera más importante que caminar, casi el acto más sagrado que hoy podemos imaginar.

Vuelvo sobre una nota del principio: la imagen de mi madre agitando los brazos. ¿Eran sólo sus brazos? El temor ¿es sólo un movimiento? Idea: tal vez el temor no sea, a veces, más que una mecanicidad del cuerpo. ¿Ella temía y por eso agitaba los brazos? ¿O es que agitaba los brazos y por eso temía? ¿Qué era primero?

Hace poco releí un cuento de Carver (¡sí, otra vez Carver!) en el que un personaje, al tomar una decisión, se pone a agitar la cabeza, diciendo no con el cuerpo. La impresión que me dio, en esta lectura, fue que el personaje no decidía primero con la mente y después expresaba con el cuerpo, sino que su cuerpo se adelantaba a su mente. El cuerpo decía.

El cuerpo dice.

A veces, no sin cierta rebeldía, me gusta no detenerme cuando alguien saca una foto. Imagino que, sin darse cuenta de mi presencia, disparan la imagen y quedo, petrificado y borroso, eclipsando a la familia que posaba, religiosa, en la escalinata de una vieja catedral.

Hace una semana estuve en la casa de un amigo de mi hermano. Detrás de no sé qué cosa, se asomaba un cuadro. Unas cabezas, un azul intenso. Lo quiero, pensé, y era como si supiera que el cuadro debía pertenecerme —acaso ya me pertenecía. No presté atención a esa impresión extraña, el cuadro no era mío, pero algo quedó rebotando adentro; ayer, en un mensaje de texto, mi hermano me preguntó si quería el cuadro: su amigo quería dejarlo ir y había pensado en mí.

Lo que me pregunto es por qué ella, envuelta como está en esa triangulación que podría elevarla en diagonal hacia la luna, elige (si es que elige) dedicarse a agarrar el canasto de frutos rojos. ¿La tierra y el cielo? ¿Adónde miran esos ojos desorbitados? ¿Qué busca la mano de ella, casi en contacto con la nuca del hombre sin nariz? ¿Busca proteger esa nuca de la luz caliente de la luna fría? ¿Por qué, en la mesa, hay una sola copa de vino?

El laboratorio de la ficción
(y la des-dramatización del YO)

El sábado pasado di una masterclass y después hice una edición bonita de la parte teórica, mi exposición. Hice un recorrido por algunas líneas de pensamiento en relación a la pregunta: ¿cómo es que la ficción puede transformarnos?

Te invito a verla:

El martes que viene comenzamos el laboratorio de lectura y escritura narrativa “Mapas imposibles”

Estás a tiempo de sumarte AQUÍ

“La oso” - Segunda!

Este sábado tenemos la segunda función de LA OSO!!!

Para quien esté por Buenos Aires, estamos mostrando este unipersonal que estoy co-dirigiendo.

Es un unipersonal basado en la experiencia de la autora y de su hermana Sandra, una joven de 18 años asesinada en 1995 en un femicidio íntimo.

Monte Chingolo, barrio marginal del conurbano bonaerense. Un ciclista alcohólico, un hippie y un colectivero que mato a su esposa atraviesan la vida de una joven madre y sus hijas. Las drogas se consiguen en la farmacia y la jeringa se comparte. Una tarde un caballo aparece pastando en el fondo de la casa.
Cumpleaños de 15, vestidos estrenados en una comisaria, ranas a la sartén. La noche antes de la muerte de Sandra, su madre presiente el peligro. 30 años después, su hermana intenta reconstruir la historia. ¿Quién era su hermana? ¿Quién es ella entonces?

Las recomendaciones del Espectador Inquieto

Esta semana no llegué a preparar una recomendación, así que se me ocurrió recomendarte volver a ver alguna película que ya hayas visto y ver qué pasa. Ver por segunda y tercera y cuarta vez puede ser interesante. ¿Qué película que te haya gustado no verías por segunda vez? ¿Por qué no intentarlo? Hay personas con las que una vez alcanza, pero ¡qué lindo ver a alguien unas cuentas veces más!

*

Para ver el archivo con los links a las películas recomendadas, CLICK AQUÍ

¿Qué pasa cuando nos interesamos
por lo que nos pasa?

Stanely Cavell

Si este newsletter te aportó algún valor, si te inspiró o dio algo que puedas valorar, ¿te gustaría compartirlo con alguien que también pueda recibir inspiración y herramientas?

Hasta el viernes próximo!
Gracias!!!
Jada 

Reply

or to participate.