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Todo es materia prima # 33
Fluir no es...
Abrazar la falla, el corte, el filo y la forma.
En esta entrega:
1. Las notas de la semana
2. Masterclass gratuita el 17.05
4. La recomendación del Espectador Inquieto
5. Entregas anteriores y descargable gratuito
Del agua a la roca
A veces me descubro pretendiendo que la vida sea solo una pradera esponjosa, y que crecer sea, principalmente, un galope ligero y flotante. En los últimos años, pasé de ser un amante del agua a ser un explorador de la roca.
Me enamoré de la idea: crecer duele.
Por supuesto, no me gusta que duela. Pero, a la vez, sí me gusta.
Cada quien, por cómo se ha ensamblado su psiquis, tiene sus recorridos, necesarios y en el fondo inevitables, de apertura. En mi caso, uno de los aprendizajes fundamentales a los que tengo que abrirme en este tablero de juego que llamamos vida en la Tierra es el del filo de la piedra fría. Digamos que vengo cableado para rechazar la dificultad y el esfuerzo. Digamos que el destino me llama a abrazar el muro.
Abrazar la falla, el corte, el filo y la forma.
En mis más de diez años practicando Contact Improvisación, mi cuerpo y mi mente aprendieron mucho sobre la posibilidad de dejarse llevar por el camino de menor esfuerzo. El Contact nos recuerda que el cuerpo físico tiene la capacidad de dejarse mover por las fuerzas de la vida —como dicen los taoistas, hacer sin hacer.
Hace unos días estuve en El Bolsón y unas amigas casi que me forzaron a ir a una jam de Contact. Hacía años que no iba. Es como si mi cuerpo ahora quisiera otro tipo de actividad. Una de mis amigas me sacó a bailar, como si me hubiera arrancado del desinterés. Al principio, mi cuerpo-mente no quería, pero a medida que fue pasando el tiempo, algo cambió. Volví a poder entrar en esa espiral taoista del no-esfuerzo.
Si las metáforas del Tao y el surfista han sido para mí grandes compañeras, hoy también lo es la metáfora de la montaña. Mi vida tenía que encontrarse con el Muro. Como sabrán, hace casi dos años empecé a escalar. El Muro me enseña acerca del uso correcto de la fuerza. En las Galaxias lo dicen con mayúsculas: la Fuerza.
Si en la navegación es claro que no es el barco sino el viento quien empuja la vela, en la escalada no es tan evidente: cuando escalamos, pareciera que son nuestros cuerpos los que hacen la fuerza —casi como si la construyeran. Pero, aun en una actividad como la escalada, en donde el uso de la fuerza es incuestionable, me arriesgo a afirmar que esa fuerza no nace (no totalmente) del propio cuerpo.
Cuando empezamos a escalar, es normal que usemos mucho (diría: de más) la fuerza de los brazos. Parte del aprendizaje es lograr sacar la fuerza de abajo. El core, las piernas, la tierra. Cuando tomamos esa fuerza inferior, básica, casi nos parece que viene del mismo suelo, como si realmente, literalmente, la fuerza no fuera nuestra. No solo nuestra.
Cuando veo a un escalador/a con práctica, me da la impresión de que no está haciendo fuerza. La matemática nos enseña que elegancia significa economía. Claro que el cuerpo está haciendo fuerza, pero no la está haciendo —digamos que la está usando. Tal vez suene a juego de palabras, lo que quiero decir es que hay una diferencia entre hacer fuerza y usar fuerza. A hacer fuerza le podemos llamar forzar, a usar la fuerza le podemos llamar crear.
En el campo de los estudios sobre creatividad (aunque también, últimamente, en la vida en general), se habla mucho de la idea del fluir. A veces, pienso, nos confundimos creyendo que fluir es no usar fuerza. Lo que quiero aclarar es esto: fluir es no hacer fuerza (en el sentido de: no forzar), pero de ninguna manera se trata de no usar fuerza. ¿Se ve la diferencia?
A la mente le cuesta usar metáforas contradictorias a la vez. Nos engolosinamos con una o con otra. O bien nos enamoramos de la idea del flujo, o bien con la idea del esfuerzo. Así, polarizada nuestra percepción, entendemos que el flujo no incluye la fuerza.
Hay muchos estudios sobre lo que se llama estado de flow. Hace poco escuché un podcast en el que explicaban que el estado de flow es como un insight prolongado. Un insight es una revelación intuitiva que parece no tener que ver con el esfuerzo. El famoso eureka!
Lo que nos explian desde la ciencia es que el insight (y el flow) pueden ocurrir gracias a que antes ocurrió, y mucho, lo que podemos llamar, sin miedo a la palabra, trabajo. Después de trabajar por horas, el creador sale a caminar, o se mete en la bañera, y, cuando menos lo espera, encuentra la respuesta.
Según leí hace tiempo, la palabra trabajo viene del latín y refiere, etimológicamente, a unos palos que los esclavos de la antigüedad tenían que usar como castigo. Desde la etimología, el trabajo como un castigo. En inglés, la palabra work no tiene la misma connotación. Pareciera que en el norte, tal vez debido al espíritu protestante, la idea de trabajo no parece tan asociada al castigo, como puede parecer asociada, sí, en el mundo latino. Para el protestantismo, el trabajo es la forma de acceder a Dios.
Volviendo a mi historia personal, pienso que vengo, de fábrica, con una aversión particular al trabajo, a la resistencia, a la dificultad. Tal vez por eso me dedico, y de modo bien explícito desde hace un tiempo, a promover, en mí y en los otros, el diálogo con la traba. Con el obstáculo, con el bloqueo.
Fácilmente, caemos en todo tipo de idealizaciones. Así como se puede idealizar el trabajo (ver en las películas norteamericanas la cantidad de veces que se menciona la importancia del trabajo duro —hard work), también se puede idealizar la noción de flujo. Tendemos a pensar que fluir es como patinar por una suerte de tobogán aceitoso, un estado de pseudo-ligereza y gracia, una levedad imposible. Vengo descubriendo que esas ideas pueden ser muy limitantes a la hora de crear.
Escucho a menudo, en mis talleres y en las personas que participan de mis mentorías y mi programa TEMP, alguna línea del tipo “no me viene la inspiración y entonces no me siento a escribir”, como si todavía estuviéramos esperando a la musa. Ya es un lugar común, un cliché, pero sigue siendo importante recordarlo: como dijera no sé quién, la inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando.
Por supuesto, tampoco se trata de hacer por hacer. A veces, cuando nos trabamos, sobre todo cuando nos neurotizamos (cuando entramos en loops mentales que no dejan de devolvernos al callejón sin salida del no puedo y el no me sale), lo mejor que podemos hacer es desconectar: pasear, conversar con alguien, acariciar al gato, respirar, meditar, etc. No es que no crea en el poder de lo que muchos llaman alinearse, lo que aquí estoy proponiendo es cuestionar esas ideas fantasiosas e infantiles sobre lo que se supone que es fluir.
A veces fluir también es trabajar la roca.
Hace un tiempo tuve esta revelación: no es lo mismo estar apurado que estar veloz. La velocidad no tiene carga psíquica, es sólo una relación entre espacio y tiempo. El apuro sí tiene carga, es el intento neurótico y fatal de ir más veloz que lo posible. Parafraseando a la profe de Contact Nitta Little, apurarse sería ir más rápido que tu capacidad de prestar atención.
Lo mismo podemos decir sobre el fluir y el trabajar. Trabajar es un castigo si la acción está cargada del relato del castigo. Una vez más, todo parece ser cuestión de actitud. Y la actitud suele ser una resultante de la narrativa, lo que nos contamos sobre las cosas. Podemos hacer la misma acción con o sin carga psíquica, en función de qué es lo que estamos eligiendo (o pudiendo) creer en el momento.
¿No te parece que a veces usamos la idea de que fluya como excusa para no dar unos pasos que piden ser dados?
—Hasta que la musa no me tome, no moveré un pelo.
Cuando estamos polarizadxs hacia el lado del esfuerzo, la idea del flujo taoista puede rescatarnos. Pero, quizás, fluir no sea tanto avanzar como seguir escuchando. Cuando el muro no es escalable, cuando intentamos y no se puede, toca detenernos y, más que esperar, escuchar el ritmo de las cosas. No apurar. Pero también, a veces, con la idea no apurar, nos quedamos esperando.
Una vez más, pareciera que todo se trata de desactivar polarizaciones —simplificaciones. Cuando se nos fijan las maneras en que narramos la experiencia, cuando los mapas empiezan a ajarse, toca re-mapear.
Para re-mapear, lo primero es reconocer qué mapas venimos usando.
En el programa TEMP (Todo Es Materia Prima) nos enfocamos en los mapas para re-diseñar las imágenes que tenemos sobre lo que es crear, lo que es el arte, lo que somos en tanto artistas. Con las personas que vengo acompañando, está surgiendo mucho la pregunta por las metáforas que usamos para describir nuestros procesos creativos. Vengo comprobando que puede ser muy valioso, a la hora de abrirnos a la intuición y a la creación, el indagar en cuáles son esas imágenes que usamos para narrar lo que nos pasa en el recorrido de ensamblaje de una obra.
Así que te invito a hacerte esa pregunta: ¿qué imágenes y metáforas uso para describir mi proceso creativo? ¿Me sirven? ¿Me inhiben? ¿Me habilitan? ¿Qué pasa si las cuestiono y pruebo otras maneras de narrar lo mismo?
Esto es algo de lo que trabajaremos en la MASTERCLASS GRATUITA del 17 de mayo
“Todo Es Materia Prima” (TEMP).
La clase está pensada para artistas que:
1. quieren dar más espacio y seriedad a su arte.
2. quieren poder tomar decisiones sobre sus proyectos.
3. quieren organizar sus proyectos artísticos y no saben cómo.
4. quieren encontrar maneras más creativas de dialogar con sus dificultades.
5. quieren aprender a dialogar con sus bloqueos.
6. quieren detectar con más precisión cuáles son sus trabas creativas.
Me encantaría que vinieras y seas parte, va a estar buenísimo!!!
Si te interesa, te dejo este link para que te sumes al grupo de whatsap y así puedas participar:
Próxima MASTERCLASS GRATUITA
El sábado 17 de mayo daré la próxima masterclass gratuita,
llamada “Todo es materia prima (no quiero una vida sin dificultades)”
La clase es para artistas que:
1. quieren dar más espacio y seriedad a su arte.
2. quieren poder tomar decisiones sobre sus proyectos.
3. quieren organizar sus proyectos artísticos y no saben cómo.
4. quieren encontrar maneras más creativas de dialogar con sus dificultades.
5. quieren aprender a dialogar con sus bloqueos.
6. quieren detectar con más precisión cuáles son sus trabas creativas.
El OBJETIVO es explorar cómo podemos usar los bloqueos a favor de nuestro arte.
Para inscribirte, SUMATE A ESTE GRUPO DE WHATSAPP
Las recomendaciones del Espectador Inquieto

Honor Swinton Byrne
El souvenir (Johanna Hogg, 2019)
Esta es una película curiosa que me fascinó. No sabría cómo describirla. Podríamos decir que es rara, en el sentido de que no se acomoda a un estilo narrativo clásico. Tiene una forma de ser curiosa, pero que tampoco exagera en su rareza. Es una película que por momentos parece rota, o desajustada, pero a la vez es precisa y feroz. Adjetivos. ¿Qué adjetivos usar (o mejor, no usar) para agarrar una obra de arte? Esta es una obra que no se deja agarrar. Es, si se quiere, inquietante. Brillante. Incómoda. ¿Bella?
Te invito a verla con la mente abierta y cierta disponibilidad para encontrarte con un tipo de experiencia audiovisual diferente. Para mí es una joya. Actúa Tilda Swinton, que también creo que la produjo, y es una genia, y además la madre de la protagonista, que también actúa muy bien.
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Para ver el archivo con los links a las películas recomendadas, CLICK AQUÍ
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