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Todo es materia prima # 40
"No sé cómo empezar"
¿Quién dice que para empezar a crear hay que saber por dónde?
En esta entrega:
1. Notas de la semana
2. Próxima masterclass gratuita 5 de julio!
3. “No sé cómo empezar” (o el monstruo de la hoja en blanco)
4. Las recomendaciones del Espectador Inquieto
5. Link a entregas anteriores + Descargable gratuito

¿Cuántas veces esa frase se interpone entre el deseo y la acción?
Solo una frase, solo una idea.
Como si el acto de empezar exigiera una forma correcta,
un inicio preciso, un punto de partida claro.
Pero… ¿Y si empezar no fuera más que reconocer que ya empezó?
Para empezar, necesito tiempo.
Pero no tiempo para preparar el comienzo.
Necesito tiempo para escuchar que ya empezó.
Prepararme para crear es lo que necesito hacer
para reconocer que ya estoy creando.
Preparo la pista
para reconocer
que ya estoy bailando.
Porque empezar es, muchas veces, escuchar.
Una pausa en la inercia para notar que algo,
adentro o afuera, ya se está moviendo.
¿Pánico a la hoja en blanco?
¿Puede una hoja estar verdaderamente en blanco?
Cuando me siento a escribir,
ya hay un cuerpo,
una historia,
un mundo que me trajo hasta aquí.
Ya hay algo latiendo.
Una imagen, un ritmo,
una pregunta sin resolver.
No necesito tener ideas para sentarme a escribir.
Necesito sentarme a escribir para,
escribiendo,
encontrar las ideas.
No es la claridad la que precede al acto creativo:
es el acto creativo el que, a veces, alumbra algo de claridad.
¿Quién dice que para empezar a crear hay que saber por dónde?
A veces lo sabemos, claro.
Pero muchas veces no.
Y está bien no saber.
Porque ese “por dónde” aparece caminando.
Y ese “para dónde” se revela andando,
buscando, equivocándose, volviendo.
Explorar es entrar en diálogo con la incertidumbre.
A veces, la incertidumbre asusta.
A veces, nos resistimos a la libertad.
Hoy me había agendado “escritura libre”.
Me senté… Y me fui.
Me escapé al deber, al orden, al control.
¿Por qué me da resistencia la escritura libre?
¿Por qué me da resistencia la libertad?
Crear implica abrirse a lo incierto.
Y eso aterra.
No siempre, pero muchas veces sí.
Porque lo incierto es campo abierto.
Y en el campo abierto no hay baranda.
Pero también es en ese campo
donde aparece lo inesperado.
Lo vivo.
Lo otro.
Lo que no sabíamos que sabíamos.
Lo que solo podía nacer del borde.
Así que no, no hace falta saber cómo empezar.
Hace falta, apenas, estar ahí.
Dejarse estar.
Empezar, sin garantías.
Sin saber si es un comienzo.
Y confiar en que ese gesto ya es camino.
El 5 de julio…
Nos encontramos a explorar…
La PROCRASTINACIÓN
Solemos pensar la procrastinación como una enemiga. Como un defecto de carácter, una falla de voluntad, algo que hay que corregir cuanto antes. Pero ¿y si fuera al revés? ¿Y si la procrastinación estuviera diciendo algo que aún no supimos escuchar?
Un mensaje quieto…
La procrastinación, bien mirada, puede volverse una aliada. Una señal, un síntoma, un mensaje cifrado del proceso creativo. Cuando dejamos de pelear contra ella y empezamos a interesarnos sinceramente por lo que está deteniendo nuestro movimiento, algo cambia: el estancamiento se vuelve materia prima. La demora, al recibir nuestra atención, se transforma. La curiosidad despierta zonas dormidas. La atención convierte el aplazamiento en objeto de contemplación y, con ello, de transformación.
Cada acto de postergación trae consigo la pregunta:
¿Qué estoy evitando?
¿Qué estoy necesitando?
¿Qué parte de mí no fue aún invitada al proceso?
Si postergo
tal vez se trate
de que hay una parte de mi teatro psíquico
que aun no fue invitada al baile.
Procrastinar no es un error aislado: es parte del misterio de crear en un mundo que no entiende del todo lo que hacemos. Hacer arte hoy es salirse de los tiempos del rendimiento. Es aceptar que no siempre se avanza en línea recta, y que muchas veces el desvío aparente es parte del trayecto.
Cuando nos reunimos entre artistas, algo se potencia. Nos vemos reflejadxs. Nos damos permiso. Aprendemos no solo de nuestras propias dilaciones, sino también de las formas que el tiempo toma en otrxs. En esa red compartida, la procrastinación deja de ser un peso mudo y se convierte en una llave.
Te invito a abrir esa puerta con otrxs.
A explorar la procrastinación no como un fracaso personal,
sino como un recurso sensible,
fértil y revelador.
En grupo, la indagación se amplifica. Y sí: ¡es poderoso!
EL SÁBADO 5 DE JULIO
nos vemos en
La MASTERCLASS GRATUITA
“Todo Es Materia Prima (el mensaje de la procrastinación)”
Para participar, SUMATE A ESTE GRUPO
*
Y si querés profundizar en el “NO SÉ CÓMO EMPEZAR”, te invito a leer mi artículo recién salido del horno:
Las recomendaciones del Espectador Inquieto

Thang Chan y Shayne Gray
El delta (Ira Sachs, 1996)
Esta semana vi una película llamada El delta. No había visto nada de Ira Sachs, y ésta es su ópera prima. Me sorprendió, me llamó la atención, me tocó (o nos tocamos) de una manera curiosa. La aclaración entre paréntesis no es solo un juego de palabras, ¿por qué pensar que es la película la que nos hace cosas? ¿Por qué no pensar que lxs espectadores también afectamos a la película? El acontecimiento estético, ¿no es un diálogo?
Pasan 5 minutos de película y todavía no sabemos adónde mirar —quién es el protagonista, adónde llevar la atención. Cuando finalmente nos enfocamos en Lilcoln (Shayne Gray), no terminamos de entender si es él quien, la noche anterior, visto de espaldas, chupeteó a Minh (Thang Chan) en el auto, en esa zona de cruising de la ciudad de Menphis. Es cierto que hubo un plano frontal anterior, él manejando el auto, pero la escena del encuentro, larga, nos lo dejó de espaldas, con lo que la identificación se dificulta.
¿Por qué valoramos esto de identificarnos con el personaje de una película?
Otro factor que dificulta la identificación es la ausencia de diálogos explicativos en cuanto a la motivación del personaje. Lincoln, que pareciera representar al estereotipo del niño bueno, no lo es tanto. ¿Por qué hace lo que hace? ¿Por qué trata a su novia como la trata? ¿Manipulación? La opacidad como una decisión estética de no simplificar el mundo interno del personaje. Por su parte, Minh, que se va adueñando de la película, con su voz y su tono y su perspicacia ambigua y difícil de aprehender, también se resiste a la identificación fácil. ¿Habla en serio? ¿Está, como dice por el final, solo jugando con la gente?
La historia de amor no llega a ser tal, la película no se acomoda, inquieta, difícil de agarrar, granulada, sorprende y, finalmente, impacta. ¿Por qué, cuando llega el policía, la cámara no panea para ver la reacción de los protagonistas? ¿Por qué nos quedamos con el oficial? Las decisiones atencionales de una película nos recuerdan que una película no solo cuenta una historia sino que propone, como dice Rancière, un reparto de lo sensible. Cuando salen en bote, no vemos más que una subjetiva desde el barco. No vemos el barco moviéndose. ¿Por qué? ¿Limitaciones de presupuesto convertidas en recurso estético? Un plano, tal vez el más particular de la película, de la cámara acercándose a una playa, la oscuridad entre los matorrales, como si, de pronto, la película hubiera cambiado de género.
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Jada
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