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Todo es materia prima # 41
El templo de los huracanes
No es que posterguemos el arte por falta de coraje…
En esta entrega:
1. Notas de la semana
2. La procrastinación ¿tiene un mensaje? (video)
3. MAÑANA 5 de julio: masterclass gratuita!
4. Link a entregas anteriores + Descargable gratuito

El miércoles a la noche, cuando ya había cerrado la jornada laboral y me disponía a leer, sentado en el sillón, un libro sobre arte y aburrimiento, se cortó la luz.
Tuve un impulso veloz de levantarme para ver si había saltado la térmica o si era un corte general; por alguna razón, detuve el impulso y solo me quedé sentado. Pensé: me voy a quedar sentado. Así que me quedé sentado, en la oscuridad, por un rato. Está bien, me dije, voy a estar un rato así, sentado en la oscuridad. Como si estar sentado en la oscuridad fuera inofensivo —qué ingenuidad.
Sentarme en quietud y a oscuras nunca es gratuito.
Es un tipo de mi experiencia para la que una parte mía tiene que pagar —sabemos cuál es esa parte, todxs la tenemos… Si no es que nos tiene.
No pasaron más que dos o tres minutos y ya había llegado al fondo de todas las cuestiones: el miedo a la muerte. Sin trabajo, sin misiones, sin lecturas, sin distracciones, me entregué a explorar el espacio vacío de la gran oscuridad y llegué, como era inevitable, a sus bordes. Los bordes de la oscuridad = el miedo a morir.

Ricardo Piglia
A la tarde, leyendo los diarios de Ricardo Piglia, había tenido un insight: tal vez una de las razones principales por las que postergamos la creación artística sea que el arte, ese gesto transversal, nos mueve a una zona de la experiencia en donde el control consciente se reconoce como una idea torpe, ingenua.
Dicho de otra manera, la creación artística nos fuerza a ablandar los mecanismos de control con los que nos manejamos a diario en la generación de estrategias de supervivencia. La naturaleza hiper-inclusiva del ademán poético nos lleva a alojar en nuestro campo atencional informaciones desparejas que revuelven alocadamente los esquemas de la percepción cotidiana.
El arte nos fuerza a perdernos.
Y seamos francos, ¿quién quiere perderse?
(¿Quién, funcionando en modo-supervivencia, quiere perderse?)
Volviendo a los bordes de la oscuridad, perderse es, en alguna medida, como morir.
Cuando nos perdemos, la identidad (la imagen que pretendemos proyectar al mundo sobre lo que se supone que somos… el ego) se desbarajusta. Asumir el desbarajuste aunque sea momentáneo de la estructura identitaria pide algo que podemos llamar coraje —un gesto preciso del corazón.
No es que posterguemos el arte por falta de coraje, todxs somos valientes en el fondo. Tal vez se trate de que olvidamos cuál es el valor profundo del arte, de ese entregarnos al Templo de los Huracanes, esa pista de baile inquieta que se parece a uno de esos viejos juegos de parque de diversiones que nos agitaban hasta la náusea.
En el juego del arte, esa parte nuestra siente náuseas.
Y ¿quién quiere sentir náuseas?
Si el arte es una pista de baile, no es una a la que podemos subir a performear nuestra coreografía acompasada y prolija, nuestro bailecito cultural y controlado. El arte es una pista de baile inquieta; también, como nosotrxs sobre ella, se mueve.
La percepción se altera.
Por eso necesitamos crear contextos sólidos de contención. Si la pista se va a mover, como una cama elástica, que al menos la estructura que la sostiene esté bien atornillada. Si vamos a morir un rato, que el laboratorio esté preparado para alojar ese lapsus de la consciencia, esa inestabilidad misteriosa, esa detención de las funciones de supervivencia, ese estallido atencional.
El proyecto de obra funciona en gran medida como marco para contener la exploración del misterio. ¿Solo la obra contiene la fragilidad a la que nos animamos en el arte? No. La definición de un espacio de tiempo en la agenda, la mesa ordenada, el café a un lado, la música específica, pagar una sala de ensayo, tener un deadline para presentar la carpeta a un subsidio, una fecha de estreno, un acuerdo editorial, un taller semanal, una mentoría con Jada, una reunión de co-work con colegas artistas cada quien en su propio desierto, todas esas son otras tecnologías valiosas para contener y por lo tanto posibilitar el desparpajo poético.
La pregunta que te hago es: ¿qué te sirve? ¿Cómo te sirve contener tu desparpajo? ¿Qué haces para crear contextos para el desconcierto?
De todo esto, y mucho más, hablaremos mañana en la MASTERCLASS GRATUITA “Todo Es Materia Prima (el mensaje de la procrastinación)”
Realmente, no tiene ningún sentido que te la pierdas.
Si no te inscribiste todavía, te dejo el link para que lo hagas:
SUMATE A ESTE GRUPO
Pienso que la clase te va a aportar algo muy valioso para reactivar, encausar, destrabar tu proceso creativo.
¡Ahí nos vemos!
La procrastinación, ¿tiene un mensaje?

Mañana 5 de julio…
Nos encontramos a explorar…
La PROCRASTINACIÓN
Solemos pensar la procrastinación como una enemiga. Como un defecto de carácter, una falla de voluntad, algo que hay que corregir cuanto antes. Pero ¿y si fuera al revés? ¿Y si la procrastinación estuviera diciendo algo que aún no supimos escuchar?
Un mensaje quieto…
La procrastinación, bien mirada, puede volverse una aliada. Una señal, un síntoma, un mensaje cifrado del proceso creativo. Cuando dejamos de pelear contra ella y empezamos a interesarnos sinceramente por lo que está deteniendo nuestro movimiento, algo cambia: el estancamiento se vuelve materia prima. La demora, al recibir nuestra atención, se transforma. La curiosidad despierta zonas dormidas. La atención convierte el aplazamiento en objeto de contemplación y, con ello, de transformación.
Cada acto de postergación trae consigo la pregunta:
¿Qué estoy evitando?
¿Qué estoy necesitando?
¿Qué parte de mí no fue aún invitada al proceso?
Si postergo
tal vez se trate
de que hay una parte de mi teatro psíquico
que aun no fue invitada al baile.
Procrastinar no es un error aislado: es parte del misterio de crear en un mundo que no entiende del todo lo que hacemos. Hacer arte hoy es salirse de los tiempos del rendimiento. Es aceptar que no siempre se avanza en línea recta, y que muchas veces el desvío aparente es parte del trayecto.
Cuando nos reunimos entre artistas, algo se potencia. Nos vemos reflejadxs. Nos damos permiso. Aprendemos no solo de nuestras propias dilaciones, sino también de las formas que el tiempo toma en otrxs. En esa red compartida, la procrastinación deja de ser un peso mudo y se convierte en una llave.
Te invito a abrir esa puerta con otrxs.
A explorar la procrastinación no como un fracaso personal,
sino como un recurso sensible,
fértil y revelador.
En grupo, la indagación se amplifica. Y sí: ¡es poderoso!
EL SÁBADO 5 DE JULIO
nos vemos en
La MASTERCLASS GRATUITA
“Todo Es Materia Prima (el mensaje de la procrastinación)”
Para participar, SUMATE A ESTE GRUPO
Las recomendaciones del Espectador Inquieto
Esta semana el Espectador Inquieto descansa…
Para ver las recomendaciones anteriores, aquí los links:
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Jada
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