Todo es materia prima # 52

¡Ay, la humanidad! + Nuevo Descargable Gratuito

1 año de TEMP + Nuevo descargable gratuito!!!

En esta entrega:
1. Notas de la semana
2. Nuevo descargable gratuito
3. Próximo taller intensivo
4. Link a entregas anteriores + Descargable gratuito

Liliana Bodoc

Hace unos años Liliana Bodoc dio una charla en la Universidad de San Martín, donde estudié un año de letras. Al final de su ponencia, le pregunté por algo que me obsesiona hace muchos años: ¿cómo construir personajes complejos en la literatura? 

Su respuesta fue simple y a la vez profunda. Básicamente, dijo que: 1. en un libro no entra todo; y 2. no hace falta construir complejidad, porque los seres humanos ya estamos llenos de contradicciones. 

Yo me considero una persona totalmente anti-racista, ejemplificó, pero me ha pasado, viendo un partido de fútbol, de descubrirme gritándole algo de orden muy racista a un jugador del equipo enemigo.

¿Se entiende?

En El crack-up, Francis Scott Fitzgerald escribió que “toda vida es un proceso de demolición” y que “un hombre puede derrumbarse de muchas maneras”, pero también escribió que “la prueba de una inteligencia de primera clase es la capacidad para retener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y seguir conservando la capacidad de funcionar.”

En Inteligencia planetaria, Eugenio Carutti explica que la visión binocular fue parte de un proceso de complejización de la vida en la Tierra. Tal vez damos por sentado esto de tener dos ojos, pero si nos detenemos a pensarlo, es casi que un milagro de la creación. Uno y otro ojo entregan al cerebro informaciones sutilmente corridas. La prueba es fácil: al alternar, cerrando uno y abriendo el otro, la imagen que vemos se corre. Lo interesante es que el cerebro no entra en cortocircuito—salvo, tal vez, en algunas excepciones, probablemente estudiadas por la medicina y la neurociencia, el cerebro no se queja de la “contradicción”. 

No es que Liliana deje de ser anti-racista en el momento en que deja escapar un grito de furia contra su enemigo futbolero.

El punto es el siguiente: aunque nos guste decir que somos complejos y contradictorios, en el fondo seguimos en guerra con la contradicción; y, cuando escribimos ficción, pretendemos que los personajes sean coherentes, como si en la vida fuéramos tan coherentes.

Hace unos días vi un video de Abigail Bengson del dúo The Bengsons cantando a cámara la siguiente letra: “Una de las cosas que amo del judaísmo es que es una religión de la duda, está enamorada del misterio. Todos los textos antiguos están llenos de rabinos escribiendo en los márgenes, discutiendo por siglos, a través del tiempo, haciéndose chistes acerca de la imposibilidad de un sentido único para ninguna cosa; lo que significa, en lo profundo, que el judaísmo es alérgico a la certidumbre—lo que significa, en lo profundo, que el judaísmo es alérgico al fascismo. Así que lo más judío que podemos hacer ahora, debo decir, es trabajar por la liberación de Palestina.”

No me parece un exceso decir que todos los horrores que estamos viendo a diario en el mundo son el producto no tanto de la crueldad (¿qué es la crueldad?) como de la incapacidad profunda de no reaccionar a la contradicción. 

El ego es una máquina diseñada especialmente para reaccionar a la contradicción. ¿Quién—más bien, qué—sino un ego exaltado, totalitarizado, puede tomar las decisiones que está tomando el primer ministro israelí? Cuando lo vi desencajado, en la reunión de las Naciones Unidas, porque la mayoría de las personas dejaron la sala cuando él fue a hablar, más que bronca sentí una muy profunda tristeza.

Hace muchos años unos niños norteamericanos llevaron armas a su escuela y lo que ya sabemos. Un tiempo después, Amanda Palmer tuiteó una pregunta: ¿qué estaría pasando dentro de esos chicos? Mucha gente la atacó. ¿Cómo podía ponerse—o intentar ponerse—en los zapatos de los asesinos? 

El tema es que los asesinos eran unos niños, dijo ella un tiempo después, y necesitamos entender qué los llevó a hacer lo que hicieron. A eso se está dedicando Deeyah Khan hace muchos años, a intentar entender qué nos mueve a la violencia. En su documental Encontrándome con el enemigo, se sienta a conversar con líderes supremacistas neo-nazis para entender por qué la odian. Entendamos que ella es una mujer, feminista, de origen árabe y piel morena—es decir, para ellos, lo peor. Lo que sucede en el documental es poderoso: gracias a que ella los escucha, algunos de ellos también la escuchan. Uno, incluso, se vuelve su amigo y deja el movimiento supremacista. Nunca había sido amigo de una persona árabe, le cuenta, ¿cómo puedo seguir defendiendo estas ideas?

El otro día publiqué una historia en Instagram que me hizo sentir algo de vergüenza, pero también orgullo. El contexto: se me había roto la computadora (por eso no mandé newsletter la semana pasada, justo cuando el newsletter cumplía un año, ¡feliz cumple!, gracias) y pasé unos cinco días sin la máquina. No fue solo un chiste decir que sin la computadora no sabía quién era. En fin, mi amigo Adrián la arregló y me la trajo a casa; después, en la historia, yo ponía algo así: mientras el mundo está en llamas, un amigo me arregla la computadora, lo que no es poca cosa, si pensamos que con nuestros pequeños trabajos estamos reprogramando a la humanidad.

Eso último es lo que me dio vergüenza y orgullo. Vergüenza, supongo, porque suena grandilocuente, tal vez pretencioso; orgullo porque realmente lo creo. Creo que con nuestros trabajos de hormiga estamos, poco a poco, cambiando las reglas de este juego loco que llamamos humanidad.

Porque pienso que en el fondo no se trata de un problema moral, político o económico. El fascismo, en cualquiera de sus formas, es, en lo más hondo, una falta de sensibilidad. Una gran des-inteligencia.

Y ahí es que, como siempre digo, aparece el arte. Como dice Ray Carney, con el arte podemos recablear el sistema nervioso de las personas—es decir, de nosotros mismos. Una buena película, un libro justo, puede transformar por completo tu forma de ver el mundo.

Ahí está el valor político del arte, y especialmente, del arte de la ficción. 

La ficción puede servirnos para bajar la guardia y dejar de pelear, tan violentamente, con la contradicción, con la complejidad, con la otredad. El arte de la ficción puede servirnos para amigarnos con la incertidumbre, para aflojar la obsesión con las certezas, con el tener razón, con el convencer al otro—con matar al otro.

Convencer al otro es matarlo. Cuando no escuchamos la otredad del otro, le estamos matando. Estamos cancelando su otredad. La cultura de la cancelación es una expresión muy elocuente de esa incapacidad de escuchar a la otredad.

Bueno, estas son mis obsesiones filosóficas, poéticas y políticas; y son los temas que abro en el nuevo descargable gratuito que armé para que te bajes y leas. Es un brevísimo librín, un PDF de algunas páginas, con la letra bastante grande para que sea cómodo leer en el celular.

Se trata de una síntesis de mi visión sobre el arte de la ficción y los temas que me interesan: la apertura, la complejidad, la ambigüedad, la otredad. Son disparadores para la reflexión y la prueba; al final, te propongo algunas preguntas para hacerte en relación a tus obtas, si es que te dedicas a la escritura, dirección, actuación o cualquier forma de creación artística ficcional.

Eso pues, aquí el link para descargarte el PDF, espero lo disfrutes:

Y si te interesara profundizar, te cuento que el 15 de octubre daré un taller, con el mismo nombre, en el que profundizaremos en estos temas y nos meteremos a explorar los proyectos de lxs participantes, con ánimos de reflexionar juntxs y ver si descubrimos maneras de ganar riqueza en la creación. 

Mi propuesta, tanto en el PDF como en el taller, no apunta a complejizar, o a hacer cosas para lograr complejidad o profundidad, sino más bien a detectar todo lo que hacemos para simplificar, para eliminar complejidad, para borrar ambigüedad, para cancelar otredad—digamos, todo lo que hacemos para cortarnos las alas.

Para conocer más del taller:

¿Te gustaría colaborar con mi trabajo?

Gracias!

¿Qué pasa cuando nos interesamos
por lo que nos pasa?

Stanely Cavell

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Hasta el viernes próximo!
Gracias!!!
Jada 

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